Cuando aparecieron los primeros indicadores económicos relativos al primer trimestre del 2019 y se confirmó un escandaloso desplome en la contratación de nuevos o sea, que los datos reflejan una temeraria acumulación agregada a los millones de mexicanos carentes de empleo, la preocupación alcanzó extremos alarmantes, y no es para menos, si no se pierden de vista los efectos de una detonación en cadena que se inicia precisamente al no crearse las fuentes de trabajo requeridas, entre otras tantas y no menos importantes razones, por el crecimiento demográfico y la expansión de la pobreza. La cadenita siniestra se inicia así: si no se crean los puestos de trabajo demandados, millones de mexicanos carecerán de ingresos y por ende no tendrán capacidad de consumo. Si no gozan, ya no se diga de capacidad ahorro, sino de compra, entonces se deprime la producción industrial y se lastima la actividad comercial. Si el sector manufacturero produce la mitad de su posibilidades potenciales y el comercio organizado no vende ni cercanamente lo que exige su estructura de ventas, se inician los despidos masivos de trabajadores, es decir, los dolorosos ajustes de personal con sus consecuentes efectos en materia de efervescencia social. Por si fuera poco, al no generarse las utilidades esperadas, se limita la capitalización de las empresas, con ello su expansión y por lo tanto ni los inversionistas reciben sus dividendos ni el fisco recauda y, al no recaudar, se restringe el presupuesto federal de egresos con los evidentes transtornos económicos y sociales. El empobrecimiento es general, demoledor, indiscriminado, además de extraordinariamente peligroso? ¡Claro que Urzúa propone un recorte multimillonario del gasto público para el 2019, una medida impostergable si no se pierden de vista los precios internacionales del petróleo, a lo que debe sumarse la irresponsabilidad burocrática que permitió la caída de nuestras extracciones de crudo y, por ende, la pérdida de miles de millones de dólares de ingresos por la venta de nuestro crudo. ¿La Shell, la British Petroleum o cualquiera de las conocidas en su momento como las Seven Sisters, se hubieran esperado, cruzadas de brazos a que se agotaran los pozos de los que dependía su supervivencia? Los despidos de los CEO hubieran sido masivos. Si se hubiera instrumentado la auténtica reforma fiscal con un IVA universal en medicinas y alimentos, (y desde luego no el aborto tributario que promulgó Peña Nieto), la crisis financiera que se avecina de acuerdo al criterio de las calificadoras que pueden castigar a México etiquetándolo como país riesgo, hubiera sido más manejable sin sufrir los extremos drásticos que padeceremos ante la caída escandalosa de producción de petróleo. ¿Qué significa un recorte del presupuesto federal de egresos? Muy sencillo: menos presupuesto para salud, para educación, para obras de infraestructura agrícola, caminera, portuaria, eléctrica, etc? Menos gasto público significa a su vez más malestar social, más demandas callejeras cada vez más organizadas e intransigentes, absolutamente reacias a aceptar el peso de los argumentos técnicos, con los cuales es imposible paliar su hambre ni su rabia ni se desactiva su violencia cada vez menos contenida. Séneca se preguntaba: ¿Qué hace un pueblo antes de morirse de hambre?? Regalar dinero ha sido una práctica equivocada según lo evidencia la política económica internacional. Si realmente es cierto y válido aquello de ?primero los pobres?, entonces resulta imperativo crear riqueza, fuentes de trabajo, porque gobernar, entre otras razones se reduce a crear empleos, no a destruirlos para obsequiar los recursos públicos no con fines asistenciales, sino clientelares para asegurar el triunfo populista y retrógrado de Morena en las próximas elecciones. Si la tasa de crecimiento será menor al 1% del PIB para este 2019, si bien nos va; si se crea tan sólo una sexta parte de los empleos anuales indispensables para el bienestar y la paz social, si nos descalifican las calificadoras, si sigue diferida o cancelada la Reforma Energética y continúa sin construirse un ambiente de certeza jurídica para la inversión extranjera y doméstica; si se insiste irresponsablemente en regalar el ahorro nacional sin imaginar la debacle que se presentaría de agotarse los recursos públicos como ocurrió en Venezuela y en Cuba, y los congresistas masiosares se niegan a la reforma fiscal e ignoran el lenguaje de los tambores en lontananza, bien pronto México padecerá una crisis de proporciones inimaginables, un escenario catastrófico en el que las crisis del 76, 82 y 94 serían meros juegos de niños? Mientras tanto los morenistas suicidas continúan serruchando sonrientes la rama sobre la que todos estamos sentados, por supuesto, la sociedad anestesiada y ellos incluidos?